lunes, 6 de abril de 2009

Sobre pollos y sidecares


Pues ahí que corrían los finales de los ochenta/ principios de los noventa ( Dios, cómo pasa el tiempo), y el joven karcomilla, vaqueros pegados, pantalones ajustados, gran tupé al viento forjado a base de gomina, laca y altas dosis de gomina ( los excesos se pagan), se dirigía junto a un grupo de colegas a Pedrega, Pedregalejos, barrio pesquero de Málaga capital y por entonces centro de la movida juvenil, como casi todos los sábados, a tomar unas birritas y oir algo de música. Que tiempos. La hora tope de llegada, las 22 30h, aunque siempre surgía el típico imprevisto que te hacía retrasarte un poco...

El momento álgido de la noche era aquel bar, el Sidecar, con sus tres o cuatro escalones hacia abajo a la entrada, su barra a la izquierda, una sala cuadrada de unos 80- 100 metros cuadrados, siempre atestada a la hora punta, a eso de las 21h. Recuerdo una vez que, por mera curiosidad, adelantamos la llegada y el espacio vacío que vimos entonces nos hizo muchísima ilusión, por nuevo y por grande ( se llenó al poco rato, pero al menos vi el color del suelo). El local, por raro que parezca continúa en el mismo sitio, cerrado desde vete tú a saber cuando, y el resto del callejón ha sufrido tantas transformaciones que ahora es incluso una calle.

Hace muy poco llevé a mi hija casi enfrente, donde han montado, con bastante éxito por cierto, un parque de esos para celebrar cumpleaños, pero no uno cualquiera, es como un bosque subterráneo donde unos 20 niños pasan la tarde oyendo cuentos y recibiendo la vista de esos seres mágicos que a todos los niños hacen que se les caiga la baba. Y aparcamos cerca y, de camino al cuentacuentos mágico pasamos justo al lado del viejo garito. Y me sentí muy bien al recordar aquellos chupitos a 25 y 50 pesetas, aquellas cervezas en vaso de plástico y aquella música, qué época, sólo música española, de esas que te hacían bailar durante toda la noche, rock y pop del bueno, de ese del casi ya no se hace. Y sobre todos los grupos, en aquel antro gustaba uno en especial, Dinamita pa los Pollos, y una canción sobre todas, " Pandilleros", junto a " Luz de Luna" y aquel " Toro Mecánico". Y eso que no soy de baile fácil. Me sentí muy feliz al recordar, y me siento igual ahora mismo, aquellos momentos de casi inocente juventud pasados en el Sidecar.

Quizás debido a ese suceso he vuelto a colocar el cd con toda su discografía en la radio del coche. ¿ Y sabéis qué? A mi hija le gusta " El Rey del Tractor". Otros tiempos, otros gustos. Un saludo en este regreso.









A mi hija también le gusta Billy Joe, así que también os la pongo.

1 comentario:

Sergio dijo...

cuelga algo nuevo que ya tienes 1500 detrás tuya!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!